Entramos en junio y por la cabeza tan solo nos planea un pensamiento. Estemos en la oficina, en la parada del bus o en el sofá de casa, nos quedamos absortos -así, como en la inopia- fijando una mirada estática en el techo o la ventana. ¿Os suena? Pues sí: ya huele a vacaciones e inevitablemente empezamos a planear nuestro próximo viaje. Este año parece apetecernos territorio nacional; hay mucho que ver por aquí y, en general, desconocemos el inmenso patrimonio cultural, histórico y natural del que gozamos. Al final, y después de varios rastreators turísticos, nos decantamos por un lugar que despliega un amplísimo abanico de actividades y experiencias sensoriales: las Terres de l'Ebre.
Naturaleza, cultura, enoturismo, gastronomía y playa. Terres de l'Ebre es un todo en uno y ofrece la posibilidad de disfrutarlas de muchas formas, combinando deporte, relax y aventura -tanto en litoral, como en sierra-, además de, por supuesto, la placentera degustación de productos nacionales "denominación de origen". Parece que el plan promete, y se torna más interesante todavía cuando nos enteramos de que lo didáctico tiene reservado un papel central en el itinerario. Así, tanto nosotros, como los menudos y menudas, aprenderemos y potenciaremos nuestra curiosidad.
El disfrute de Terres de l'Ebre es ajustable a cada miembro de la
familia.
Su historia está circunscrita a relevantes eventos que marcaron la de nuestro país. Pero es que también podemos remontarnos a épocas incluso más antiguas, y emular -no en el sentido estricto- las caminatas de piratas, contrabandistas y soldados de otros tiempos, por ejemplo a través del senderos de gran recorrido GR-92, que nos acercará a calas y rincones solitarios y de una gran belleza, acompañados en todo momento por el sonido del mar. En Tortosa, puede uno participar en la Fiesta del Renacimiento, declarada desde 2005 de Interés Turístico Nacional. Se rememora la ciudad que un día fue en el siglo XVI: espectáculos, representaciones, vestidos de época, mercadillos, música.
Lo agridulce de la bélica memoria
histórica se solivianta con el deleite visual que ofrecen los paisajes
mediterráneos de las Terres de l'Ebre hasta su llegada al mar. Porque
otra cosa no, pero belleza hay, y mucha. Como también cosas por hacer y ver, ya
sea en solitario, o todos juntos en familia. Si nos despertamos con el día
enérgico y más o menos náutico, el kit surf, la canoa, o un paseo en lancha por
el Delta del Ebro son buenas opciones.
La desembocadura del río más
caudaloso de España, y su entorno, invita a conocer las especies animales que
habitan la zona, como las aves que sobrevuelan la Bahía d'Els Alfacs y las Salinas de la Trinidad o realizar
actividades de pesca por las aguas que recorren la zona. Hay visitas guiadas y
talleres donde se puede aprender a "perchear"; una técnica de
navegación típica de esta franja del Delta.
Si, por otro lado, se nos antoja un estilo más montañero, no problem. Excursionismo, ciclismo, barranquismo, safaris ecoturísticos, paseos a caballo o, simplemente, respirar el fresco… Terres de l'Ebre resulta idóneo. Al observar un mapa topográfico, vemos que su área abarca la parte más meridional de Cataluña. Comprendiendo, entre otros, el Parque Natural de Els Ports, las Terres de l’Ebre cuentan con una extensión de casi 3.310 km2, por los que desfila un importante patrimonio medioambiental, que le sirvió para ser declarada Reserva de la Biosfera en 2013 por la UNESCO.
Ante todo, unas vacaciones en condiciones han de venir acompañadas de un buen despliegue gastronómico. Eso sí, sin alejarse del panorama aventurero: con la ruta de bodegas y viñedos, y sus posteriores catas –para adultos- de las mejores uvas garnacha blanca, o la degustación de mejillones y ostras autóctonas. Si bien, después de tanto movimiento apetece quizá un plan algo más tranquilo: balsas y piscinas naturales, como las de El Toll de la Presó. Un paraíso natural para bañarse y relajarse, o, -para recobrar la adrenalina- hacer el salto desde la garganta al agua.
El Ebro ha ostentado un papel
crucial como nexo comunicativo y fronterizo desde los primeros registros históricos de la
Península Ibérica. Numerosas y variadas civilizaciones se localizaron y
asentaron en sus tierras, cuya impronta es apreciable en cada rincón. Una
huella que inició su crono con las pinturas rupestres levantinas -asimismo
declaradas Patrimonio de la Humanidad- y que avanzó en el tiempo gracias a la
conservación de formidables hitos arquitectónicos. Hoy, nosotros somos la
civilización habitante o visitante. Resulta manifiesto que en Terres de
l'Ebre confluye gente
extraordinaria de todas las edades y lugares. Y es esto lo que
las hace especialmente paradisíacas. Planazo, ¿a que sí?
Para más información no dudéis en visitar www.terresdelebre.travel
No hay comentarios:
Publicar un comentario